La Memoria sigue doliendo. La injusticia sigue doliendo.
Estas palabras fueron escritas una noche 23 años atrás, una de las noches mas luctuosas de este país.
Es una foto de ese dolor.
Entonces otra vez
el horror de lo sucesivo. Las agujas golpeando impiadosas cada paso, devastando
pasillos de muerte.
Otra vez el horror
de la nada asomándose entre dos tostadas o en un recodo entre oleadas de
perfume. El horror ante la angustia de la conciencia se engarza con lo otro, el
de la sangre, el de los cuerpos estallando, ellos y yo.
Mi carne explota,
se esparce trazando estrellas y ya no soy lo que era, soy aplastado, lloro, me
desangro, agonizo, soy parcelado. Corro a ayudar, a fascinarme con el olor de
la muerte, la ciudad ha cambiado su eje en un instante, ya no el río y la
poesía, ni el alma empedrada de estrellas y turbulencias
El horror frente a
mis ojos, metiéndose en mis venas, socavando mi carne.
He muerto.
Las palabras son
nada. No expresan, no alcanzan a decir que mi alma sangra y se retuerce en
lágrimas.
Solo palabras.
Vos lo sabés,
triturado, inmóvil a mi lado.
Vos también, con
pequeños ríos que te dejan.
Estamos muertos
carajo, despedazados porque en milenios de puta civilización no aprendimos un
carajo, ni siquiera nos animamos a ver nuestro rostro en el agua, no nos
importa mas que aquello que creemos correcto, el mundo que se cague.
No entienden, no
entendemos que esta noche, vos mamá, llorás sin fin, vos papá corrés de un
hospital a otro tras una utopía, como me enseñaste de chico, vos, mi amor no
entendés nada y como vas a explicarle a los chicos, ustedes hijitos, abrazan a
mamá, a papá, buscando protegerlos, sacarlos de algo innombrable, vos hermano,
volvés a rezar al dios de los mil nombres como cuando éramos chicos, vos,
hermano que me dio la vida, recorrés los lugares donde abrimos los corazones y lloramos
abrazados. Vos hijo, por qué tenías que estar ahí justo hoy, me cago en el
mundo, esta mañana hijita te vi salir tan luminosa, y ahora tengo que venir a
verte acá, hecha un manojo de carne marchita, por qué mi amor, por qué mi dios,
donde estabas cuando te necesitábamos, donde cuando solo con mover un dedo todo
hubiera quedado abolido, pero donde estabas carajo, contestame, como poder
creer en vos si me mataron, si mi hijo, mi hermano. mi novia, mi tío, mi amigo,
mi madre, mi semejante desconocido son carne picada por el odio, como podés
consentir algo así, como pudiste, que mierda somos para vos, si es que hablo
con vos y no grito en el vacío, que hago con este amor si íbamos a casarnos en
un año, si estaba por recibirme, si el año que viene terminaba el jardín, si no
me dijo cuanto me amaba, si los sueños quedaron colgando en una habitación
vacía, y el pecho me estalla esta noche, porque estamos todos muertos, porque
los matamos, porque somos incapaces de pensar, de convivir.
Las palabras.
Lloro, porque no
entiendo este mundo, porque no quiero este mundo, lleno de guerras y hambre y
pestes y odios que no respetan un carajo, que no te respetan a vos, hermano
judío, a vos hermano católico, negro, verde o ateo, que te vacían los ojos de
un fogonazo, que me vuela las piernas, que mata a mi madre, mi hijo, mi amigo,
que mata un ser vivo, que aniquila sus sueños, la materia mas preciosa.
Lloro carajo,
porque soy hombre, porque tengo hijos que tienen que andar esta tierra, porque
dios no existe o está en la joda, y porque las explosiones del odio van a
seguir, lo sé, vamos a seguir muriendo y gritando y de duelo, la sangre va a
seguir estallándonos en la cara, y habrá quienes festejen que muera quien es
diferente, quien no piensa como nosotros, quien no cree lo mismo o no tiene
nada que ver y justo estaba ahí.
Lloro esta noche
porque no hay palabras para nombrar tanto horror, tanta sangre que clama.
Hay una taza de té
vacía sobre la mesa, un pedazo de limón exprimido, un diario viejo, que decirte
que no sepas si nos abrazamos cuando el mundo se desplomó, que decirte que
ignores esta noche en que vivos y muertos nos velamos mutuamente envueltos en
nuestras lágrimas sin fin.